Obsesión

Estaba obsesionado con su peso. Cada mañana se subía a la balanza para comprobar que no hubiera aumentando algunos gramos. Al principio lo hacía desnudo, como es natural, para evitar que la ropa alterara los resultados. Después empezó a preocuparse por vaciar bien vejiga e intestinos antes de la medición. Cuando esto no fue suficiente, pasó a cepillarse minuciosamente los dientes y a fregarse el cuerpo con energía en la ducha para eliminar cualquier traza de impureza de su cuerpo. Y, por supuesto, a secarlo durante largo rato. Hace poco comenzó a cortarse las uñas y a rasurarse el cuerpo completo a diario. Ayer se cortó el pelo al rape. Hoy comenzó a cobrar sentido la idea de donar algún órgano para aligerarse.